• La noche del miércoles 16 de julio la sala Manuel M. Ponce lució abarrotada de amantes de la literatura
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  • Margo Glantz, Elena Poniatowska, Jaime Labastida y Bernardo Ruiz fueron los protagonistas de la historia novelada del Palacio de Bellas Artes
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Ante la presencia de la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, María Cristina García Cepeda, se llevó adelante la mesa redonda "La literatura en el Palacio, en una Sala Manuel M. Ponce que lució abarrotada la noche del miércoles 16 de julio. Esta actividad forma parte de las sesiones de análisis y reflexión organizadas en el marco de los festejos del 80 Aniversario del Palacio de Bellas Artes.

 

El presidium estuvo conformado por el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida, y los escritores Margo Glantz, Elena Poniatowska y Bernardo Ruiz, el moderador de una charla que giró en torno al desarrollo de la literatura en los últimos lustros en el máximo recinto cultural del país. Bernardo Ruiz comentó que el Palacio de Bellas Artes ha contado con la presencia de escritores de alto nivel y prestigio nacional e internacional, y evocó el texto que el oaxaqueño Andrés Henestrosa escribió con motivo de la creación de la institución en 1964, cuando se le designó el nombre oficial de Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, INBAL.

  • La noche del miércoles 16 de julio la sala Manuel M. Ponce lució abarrotada de amantes de la literatura
  • Margo Glantz, Elena Poniatowska, Jaime Labastida y Bernardo Ruiz fueron los protagonistas de la historia novelada del Palacio de Bellas Artes

Ante la presencia de la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, María Cristina García Cepeda, se llevó adelante la mesa redonda "La literatura en el Palacio, en una Sala Manuel M. Ponce que lució abarrotada la noche del miércoles 16 de julio. Esta actividad forma parte de las sesiones de análisis y reflexión organizadas en el marco de los festejos del 80 Aniversario del Palacio de Bellas Artes.

El presidium estuvo conformado por el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida, y los escritores Margo Glantz, Elena Poniatowska y Bernardo Ruiz, el moderador de una charla que giró en torno al desarrollo de la literatura en los últimos lustros en el máximo recinto cultural del país. Bernardo Ruiz comentó que el Palacio de Bellas Artes ha contado con la presencia de escritores de alto nivel y prestigio nacional e internacional, y evocó el texto que el oaxaqueño Andrés Henestrosa escribió con motivo de la creación de la institución en 1964, cuando se le designó el nombre oficial de Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, INBAL.

 

Recordó a la nutrida audiencia que las primeras actividades relacionadas con la literatura estuvieron a cargo del Departamento Editorial y de Literatura, que se encargaba de realizar los programas de actividades literarias en el naciente organismo cultural. "La vocación del Departamento de Literatura fue mantener contacto con el público, proyectar a las personalidades de todo el país y difundir el conocimiento que necesitamos para criticar el mundo que vivimos".

 

En su turno, el poeta Jaime Labastida hizo un recuento sobre la génesis del recinto y de las distintas actividades que se realizan en la Sala Manuel M. Ponce desde su apertura en septiembre de 1934. Dijo que el nombre del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura lleva en la y una conjunción que une, pero que también separa y divide, es decir, por un lado están las bellas artes y, por otro, la literatura.

 

Luego hizo una reseña de cómo fue concebida la construcción del Teatro Nacional por Adamo Boari, y cómo después después de la Revolución se transformó en un "palacio" en el que cupo todo. Mencionó que el friso central realizado por Bistolfi, no solo representa a la Armonía, que domina las fuerzas oscuras de la naturaleza y las doblega bajo el concepto del arte, sino que indica, de manera simbólica, que el Estado mexicano ha logrado "conjugar el caos social bajo su poder".

 

Señaló que el teatro, desde Grecia, es, en lo fundamental, palabra, de modo que un teatro es un espacio donde están vivas las palabras: la literatura. "Cuando el Palacio de Bellas Artes abrió sus puertas en 1934, lo hizo con la puesta en escena de La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón. En el aniversario de los 50 Años, la misma obra volvió a presentarse. Así, un edificio que era expresión de la aristocracia porfiriana, adquirió otras funciones, sus salones de recepción se convirtieron en salas para exposiciones plásticas, sus corredores, un tiempo albergaron la escuela de teatro; en la parte posterior se instalaron oficinas, y en un espacio pequeño, la coordinación de literatura".

 

Afirmó que Bellas Artes es el más bello de los teatros renacentistas que todavía restan en el planeta y es superior en varios aspectos; ninguno, dijo, "despliega en su interior los murales que el nuestro posee, ni tienen un plafón central emplomado, ni ventanas Art decó, ni por asomo, ningún otro tiene algo semejante a la cortina, diseñada por Boari y realizada por Tiffany's, con cristales opalescentes.

 

"El Palacio de Bellas Artes no guarda comparación con ningún otro, es necesario por lo tanto, que todo él esté dedicado al conjunto de las artes y no solo a la literatura, ni solo al teatro, como en su origen se pensó. Así fue, así es, así será y así tiene que ser. No lo lamento ni lo justifico. Lo explico", finalizó el también multipremiado filósofo y académico.

 

Por su parte, la escritora Margo Glantz hizo un repaso de los funcionarios que ocuparon lo que hoy se conoce como coordinación Nacional de Literatura, entre otros, Antonio Castro Leal, Antonio Acevedo y José Luis Martínez, quien editó durante su gestión (1965-1970) la Revista de Bellas Artes.

 

La autora de Las genealogías, recordó que ella empezó a vincularse con la literatura al lado de Gustavo Sainz, con quien impartió talleres en distintas ciudades del país, experiencia que la unió con los movimientos literarios. Durante su gestión al frente de Literatura del INBA creó una base de datos, una biblioteca de escritores mexicanos y rescató novelas del siglo XIX, cuyas ediciones estaban agotadas. Editó la revista La matraca, además de realizar ciclos de conferencias, exposiciones y la creación de premios literarios.

 

Afirmó que lo más importante de su encargo fue la creación de los cinco volúmenes de la Guía de forasteros, que contenían un "arsenal de textos de diverso origen y gran riqueza, materia que puede ser objeto de nuevos tratamientos".

 

Para la Premio Xavier Villaurrutia 1984, el Palacio de Bellas Artes está ligado a su autobiografía, a la historia de la cultura del México posrevolucionario.

 

"Sus ventanas, sus doseles, sus columnas, herrería, sus bellísimas lámparas, estatuas, dinteles, aquellos hermosos sillones de terciopelo rojo, todo me inclina a formular esta hipérbole", finalizó la ensayista y catedrática que en 2010 se hizo acreedora de la Medalla de Oro de Bellas Artes.

 

Correspondió a Elena Poniatowska cerrar esa velada de recuerdos literarios de los que ha sido protagonista principal.

 

Con su peculiar estilo que cautivó a la audiencia, Poniatowska afirmó categórica: "Bellas Artes es querendón, Bellas Artes abre las puertas, Bellas Artes impone con sus 17 murales y su fachada de diversos mármoles traídos de Europa. Si la Sala principal de Bellas Artes es la mamá gallina, la sala Manuel M. Ponce es su pollito.

 

"Esa nos ha tocado a todos, a Salvador Novo, a Carlos Monsiváis, a Carlos Fuentes, a Edurado Lizalde, a Fernando del Paso, a Juan Bañuelos, a Ernesto Lumbreras y a Rosario Castellanos. A don Gil de las Calzas Verdes, a Tirso de Molina, a Arthur Miller, a Seki Sano, a Octavio Paz, les toca la sala Principal."

 

La escritora recientemente galardonada con el Premio Cervantes 2013, mencionó entre los triunfos de Bellas Artes, las exposiciones de Picasso, Orozco, Rivera, Tamayo, Siqueiros, González Camarena, Ángel Zárraga, Cuevas, Soriano, Louis Bourgeois. Las largas filas para ver a Frida Kahlo.

 

Las actuaciones inolvidables de Pedro López Lagar, Alicia Markova, Pina Bauche, Maurice Bejart, Alicia Alonso, Nureiev. Las óperas La TraviataMadama ButterflyToscaNorma, con María Callas, y el  mi bemol que realizó el 23 de mayo de 1950 al final del segundo acto deAída y el cual pasó a la historia como “el agudo de México”.

 

Contó una anécdota de Carlos Fuentes y Rita Macedo en Tonantzintla, Puebla, donde se encuentra el Observatorio Astrofísico Óptico y Electrónico, situado frente a los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl.

 

“Después de comer, Guillermo Haro invitó a la pareja a tomar el café frente al gran ventanal que daba a los volcanes:

 

-Mira, Fontacho, igualito al telón de Bellas Artes –le dijo Rita Macedo a su marido-.

 

"Para ella, la cortina de Tiffany´s era más real que el paisaje ante sus ojos. Para ella, los verdaderos volcanes eran los del Palacio de Bellas Artes. El arte suele trastocar la realidad y ganarle la partida", dijo la autora de La noche de Tlatelolco.

 

"Bellas Artes consagra. Hablar, bailar, tocar, cantar o exponer en Bellas Artes es una consagración como lo es el velorio final, barómetro de la popularidad nacional y del honor que rinde el gobierno de Mexico.

 

"De todos los homenajes póstumos, el mejor fue sin duda el de Gabriel García Márquez, que cubrió el cielo con millones de mariposas de papel en recuerdo de Macondo. Esos humildes trocitos de papel de china se abrieron al cielo y con sus alas amarillas florearon a Gabo como él lo hizo con América Latina al escribir Cien años de soledad, la novela que colocó a nuestro continente dentro del concierto de las naciones y convirtió a América Latina en un icono del planeta llamado tierra o Gaia o Gea o Pacha Mama", remató la periodista.