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Por ser una novela de gran originalidad, con un ritmo envolvente y una lúcida ironía, El lector a domicilio le valió a Fabio Morábito ganar el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2018, cuya ceremonia de entrega se llevará a cabo este martes 11 de junio a las 19:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Acompañarán al ganador Tedi López Mills y Felipe Garrido.

 

 

Cuando el escritor Fabio Morábito llegó a vivir a México a la edad de 15 años no conocía a nadie y uno de sus pasatiempos consistió en escribir cuentos en su lengua materna, el italiano. Recuerda que llenó tres cuadernos de relatos y un día, sin pensarlo mucho, los quemó. Fue lo último que escribió en italiano. Cuando volvió a hacerlo, después de algunos años, fue definitivamente en español, porque era una lengua que ya había aprendido. “Me hubiera gustado, por curiosidad, releer lo que escribió ese chico de 15 años”, dijo en entrevista. 

Posteriormente, a los 18 años comenzó a traducir algunos autores, pero la diferencia en él estribó en que no los traducía a su lengua materna, sino al español, su nuevo idioma. “No me quedaba de otra, justamente porque empezaba a ser el español mi lengua de expresión, entonces me parecía natural traducir a esa nueva lengua que venía a sustituir día tras día a mi idioma materno”. Estas traducciones dieron pie a que Morábito escribiera su propia poesía y fue así como publicó sus primeros dos libros: Lotes baldíos (1985) y De lunes todo el año (1992), con el que ganó el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes.

“Por lo general hay un mito difundido de que la poesía, al revés de la prosa, se tiene que escribir en la lengua materna. Paul Celán decía muy tajantemente: ‘el poeta que escribe en una lengua aprendida es un poeta falso, está mintiendo’. La poesía es bastante balbuceante, por lo menos frente a la lengua de todos los días, y es un caso cada vez más común porque hay gente que por cuestiones distintas ha tenido que migrar a otros países. Vivimos la época de las grandes migraciones humanas, gente que arraiga en otras culturas, con otros idiomas y empieza a escribir; aquellos que escriben en esa cultura y en ese idioma se expresan en una lengua aprendida”.

Muchas cosas y situaciones confluyen para forjar un estilo literario, y para Fabio Morábito el haber cambiado de lengua de expresión lo marcó significativamente. “Creo que escribir en un idioma aprendido sí agudiza la conciencia estilística, precisamente porque uno se da cuenta más fácilmente que un escritor nativo, de que la lengua literaria es una lengua extranjera. ¿Por qué es extranjera?, precisamente porque siempre se expresa a través de un estilo que es distinto en cada caso, es una lengua a la que nunca podemos dominar por completo: la literaria”.

Para el autor nacido en Alejandría, Egipto, encontrar la propia voz como escritor es un fenómeno ligado al misterio. “A veces uno está condenado a no hallar realmente su propia voz, encontrar aquel modo de expresión donde uno se siente más cómodo, más natural. Siento que eso a veces no ocurre, y puede ser una búsqueda infructuosa, o si se da se puede dar de golpe, de una manera misteriosa. Alguien puede estar escribe y escribe sin que pase nada, y de pronto como que hay un clic ahí y encuentran el tono, la forma, la temática que les es más propia, más congenial”.

Su interés por escribir sobre cosas cotidianas no le parece particularmente original, pues siempre ha habido necesidad en el ser humano de sentir extrañamiento frente a las cosas que nos rodean y que a fuerzas de ser cotidianas prácticamente no se perciben. “Hay esa búsqueda y siempre la ha habido, en la poesía como en la prosa, de que las cosas que nos rodean signifiquen de un modo potencial; esa es una búsqueda estilística que tiene su tradición, pero en general lo cotidiano impregna a todas las escrituras”, comentó en referencia a los temas que le interesan y que no escapan tampoco de su novela El lector a domicilio, con la que ganó elPremio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2018.

Al respecto, dice: “Estoy muy contento. Éste es el premio de mayor arraigo y abolengo en México; un reconocimiento, es un regalo y hay que tomarlo así, como un regalo”.