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La clara conciencia que tuvo Rosario Castellanos sobre su doble condición de mujer y de mexicana, plasmada en su obra, con la que contribuyó a romper las convenciones sociales que hasta entonces se tenían en torno a las mujeres, es el aspecto que destacan diversos escritores al cumplirse 94 años de su nacimiento.

 

 

Considerada una de las escritoras mexicanas más reconocidas a nivel nacional e internacional, Castellanos combinó la creación literaria con su labor de promoción de la cultura, la docencia, el periodismo y la diplomacia.

La autora nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México, pero pasó su infancia en Comitán, Chiapas. Atraída por el mundo literario, estudió Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México y cultivó los géneros de la novela, el cuento, la poesía y la dramaturgia. Falleció el 7 de agosto de 1974 en Tel Aviv, Israel, ciudad en la que fuera embajadora de México en 1971.

Al cumplirse 94 años de su nacimiento, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) retoma las voces de escritores sobre el trabajo de la autora de Eterno femenino,

El rescate del mundo Mujer que sabe latín..., entre otras.

En 1975, José Emilio Pacheco escribió: “Nadie en este país tuvo, en su momento, una conciencia tan clara de lo que significa la doble condición de mujer y de mexicana, ni hizo de esa conciencia la materia prima de su obra, la línea central de su trabajo. Naturalmente, no supimos leerla. Esto es cierto, no sólo para el espinoso tema relacionado con el género, sino para el resto de la obra de Rosario Castellanos que, conforme pasa el tiempo, es revalorada entre lectores, críticos y escritores”.

Elena Poniatowska expresó en un momento lo que seguramente es un consenso: “Rosario fue una gran escritora mexicana y lo fue no sólo para sí misma, sino para todas las demás, las que vendríamos después. En cierta forma es gracias a ella que escribimos las que ahora escribimos".

En Comitán, durante su infancia, Castellanos Figueroa conoció la marginación de clase social, raza y género. Luego, la escritura fue su herramienta para alzar la voz, de tal forma que su obra literaria contribuyó a romper las convenciones sociales que hasta entonces se tenían en torno a la imagen femenina.

Sus obras Balún CanánOficio de tinieblasÁlbum de familia o Poesía no eres tú son referentes en la literatura mexicana, pues dan cuenta de dos aspectos que hasta entonces no habían sido tratados literariamente o se habían trabajado con una perspectiva sesgada: la mujer y lo indígena. La escritora rehuyó las clasificaciones de indigenismo y feminista, pues su literatura abordaba ambas temáticas sin apegarse a un programa de ideas específico y sin idealizar a los personajes.

Castellanos trabajó en el Instituto Nacional Indigenista, a partir de entonces puso de relieve sus preocupaciones por las condiciones de vida de los indígenas y de las mujeres del país. En 1961 comenzó como profesora en la UNAM y siguió en la Universidad Iberoamericana y en las universidades de Wisconsin, Colorado e Indiana.

La escritora siempre dejó en claro la diferencia del espíritu femenino en un mundo dominado por hombres. Estuvo dedicada a la docencia y a la promoción de la cultura en diversas instituciones oficiales.

Rosario Castellanos “era muy confesional, y parte de su obra proviene de experiencias propias. Su tesis de maestría la hizo precisamente sobre los derechos de la mujer”, dice la poeta Beatriz Espejo, quien fue alumna de Castellanos en la UNAM. Y agrega: “Era una maestra brillante, porque ella así lo era todo el tiempo. Tenía un carácter más difícil de lo que se ha dicho, precisamente por su sagacidad y su ironía”.

“Las líneas que unen a determinados autores trascienden las épocas y tienen que ver más con las inquietudes, los intereses, las batallas que deciden luchar y los retos estéticos que deciden enfrentar. Así, pues, podríamos decir que sor Juana Inés de la Cruz y Rosario Castellanos se hermanan a pesar de los siglos pasados entre una y otra”, afirmó por su parte la también poeta Raquel Castro.