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"Las generaciones que me antecedieron hablan en mí. La poesía no nace en la escritura, ahí se materializa. Elijo escribir con movimientos corporales, elijo recitar y escribir en los aires”.

 

 

Así describe el poeta Karloz Atl el papel del performance dentro de su obra lírica y bilingüe, en español y en náhuatl, en torno a la que girará el recital poético dentro del ciclo La palabra dicha, este viernes 15 de febrero a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.

Karloz Atl, poeta mestizo, se describe a sí mismo como “hijo, nieto, bisnieto, tataranieto de gente nahua, color del pinole, el piloncillo y el chocolate, de San Andrés Tepexoxuca y Jalacinguito, Puebla”. Su familia migrante llegó a la Ciudad de México en los años cincuenta, en busca de una mejor calidad de vida, negando su lengua en pos de la adaptación entre mareas de discriminación.

Es así como Atl, nacido en la Ciudad de México, tuvo como lengua materna al español, aunque, en sus propias palabras, “aprendí, aprendo, seguiré aprendiendo náhuatl todo el tiempo, en clases, en charlas familiares, en libros, diccionarios, internet, en sueños, en estados de trance”.

“La lengua y cultura náhuatl la adquirí de la fuerza diaria de mi madre. Ella fue la última en nacer en el pueblo, la que ya no heredó el idioma, pero sí toda la fuerza y sabiduría de las abuelitas y abuelitos”, cuenta el poeta.

Y agrega: “Después de siglos de dolor y pobreza nació un árbol de ocote para encender el fogón. Soy mi forma de nombrar el mundo en nombre de toda mi familia. Soy una lumbre náhuatl chilanga. La flor y el canto milenario de mi genealogía en esta época”.

Los contrastes y la diversidad inherentes a su identidad náhuatl y chilanga se ven reflejados en su construcción poética, tan variopinta como el propio Atl. Sin embargo, es esta misma variedad la que, como poeta bilingüe hablante de una lengua originaria, le ha traído tanto beneficios como dificultades.

“La mayor dificultad ha sido la discriminación de parte de intelectuales, académicos y artistas indígenas puristas, y de otros no indígenas también”. Es así como, asegura, se ha visto aislado, desdeñado, bloqueado de proyectos y espacios, debido al hecho de haber nacido en la ciudad, y no en el pueblo. A causa de su estatus de mestizo y migrante.

No obstante, los beneficios que estas mismas características le han otorgado son mayores: “El mayor beneficio es poder amarme. Amar en náhuatl y español. Soñar en ambas lenguas. Darle poder, el poder existir a lo que represento. Lo que significa ser mestizo, chilango, migrante, moreno y precioso, con humildad y fuerza. Sin temor”, afirma.

La variedad de elementos componentes tanto de su identidad como de su lírica reflejan, a la par, la complejidad de piezas que integran la producción poética mexicana en lenguas originarias que, de acuerdo con Atl, van desde el odio, la furia, la invisibilización y el desprecio hasta el amor, la resiliencia, el anhelo, la sanación, el contacto con lo sagrado y la resistencia.

Acorde a Karloz Atl, esto sucede porque “la poesía es el cantar de una lengua. Una lengua es la expresión total del pensamiento, sentir, anhelos de una cultura”.

Para finalizar, el poeta rescata lo siguiente: “No hay lugar donde la poesía no pueda ocurrir. Por eso la llevo en mi cuerpo, en el ritual, al metro, al espacio público, la recito por las calles en Petra la Barriobocina, un triciclo de tamales con sistema de audio. Anhelo mostrar que la poesía sana abre caminos, hace llover. Profetizo. ¿Escuchan? Ya está lloviendo”.