• Para celebrar el Día Mundial de la Poesía, el escritor michoacano presentó su libro Tierras altas de Mato Grosso
  • Estuvo acompañado de Adolfo Castañón y Gustavo Ogarrio

El poemario Tierras altas de Mato Grosso “es un libro con título sugerente, con cierta trampa, pues tiene esas bastillas entre la prehistoria, el antes y lo que somos; los recuerdos que no podemos recordar porque no son lo mismo y ese presente que se está reconstruyendo diariamente, siempre mirando al futuro, pero con un ingrediente extra: las visiones apocalípticas y distópicas, que parecían ciencia ficción pero que actualmente ya son una realidad que nos alcanzó”.

 

 

Así lo consideró el escritor originario de Uruapan, Michoacán, Armando Salgado, en la presentación de su obra que se llevó a cabo en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), en un acto organizado para celebrar el Día Mundial de la Poesía.

Acompañado por los escritores Adolfo Castañón y Gustavo Ogarrio, el poeta afirmó que su libro conlleva “esa sensación de correr por las selvas, las praderas y las tierras inhóspitas, hasta el momento en que ya estamos comprimidos, hasta esa sensación de angustia, de sentir que nuestra habitación ya no es suficiente.

“De eso va este libro y de esa reconfiguración de la angustia, de esa sensación de despojo, de sometimiento histórico reflejado en distintos escenarios, reconfiguración que justamente va encaminada a crear un trazo geopoético, pero al mismo tiempo un trazo geopolítico”.

Tierras altas de Mato Grosso fue ganador del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2017, reconocimiento que —comentó su autor— además de producirme cierto temblor, me genera una mayor responsabilidad con lo que tengo que decir y escribir. Al respecto informó que el título, que tardó cinco años en concretarse, se publicará en Santiago de Chile, “adonde iré en una gira de diez días para presentarlo en diversos espacios públicos y privados”, mencionó.

En ese sentido, agregó, para mí es de mucho orgullo contar con una publicación en ese país de grandes poetas, y decir que estoy muy agradecido con los escritores uruapenses y chilenos, porque, además de su amistad, admiro lo que ellos le han entregado a México y al mundo con su literatura y con su capacidad para dialogar con la vida misma.

“Cuando charlo con ellos —dijo al respecto— hallo la literatura, no como esta caja cuadrada que nos enseñan en las universidades, sino como la esencia de la propia vida, de la que somos presa, de forma interior y exterior, en el marco de lo que somos y de lo que no somos”.

Armando Salgado Morales agradeció al INBAL por propiciar estos espacios. “Es importante porque uno como escritor del interior del país debe vencer primero barreras personales y luego ya, atreverse a entablar diálogo entre pares con escritores de otras partes del país, y no solamente con ellos, sino también con escritores de otros países, para ir más allá de lo que uno dice en un libro y extenderlo también a la experiencia de la vida misma”.

En su elocución, recordó al escritor uruapense autor de La libertad tiene otro nombre, Carlos Eduardo Turón, quien fue amigo de José Revueltas. Yo y muchos michoacanos crecimos conociendo su literatura —en fotocopias y en charlas de café— y descubrimos a un poeta fantasma que propició esas otras historias vinculadas con la Ciudad de México, con otros escritores (Revueltas y Huerta) que se suman a esos imaginarios que, desde la periferia, desde otras trincheras, uno empieza a darles rostro y nombre.

“Desde ahí es como he venido gestando mi obra a lo largo de 15 libros publicados y que justamente propician un punto de encuentro con Gustavo Ogarrio y el maestro Adolfo Castañón, principalmente con otro libro mío, que para mí es emblemático: Cofre de pájaro muerto, el cual generó otros diálogos que se concentran justamente en este momento, en ese libro que presentamos hoy”, añadió.

En su momento, Gustavo Ogarrio recordó que conoció a Salgado Morales en Uruapan y que representa a un grupo de escritores de esa región con hambre de literatura, y cuya obra se mezcla con una convicción política muy fuerte que se refleja en su actividad como docente.

Su obra, sus textos, su poesía, agregó, significan, por otro lado, la expresión viva de una comunidad que lucha contra el centralismo de la literatura y por el derecho a ser visibles en ese contexto. Los premios que ha ganado —dijo Ogarrio— son de mucha justicia y representan la necesidad de mirar de otra manera a los escritores que no viven en la Ciudad de México.

Adolfo Castañón, quien fue jurado del Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza 2015, consideró que la poesía de Salgado navega en lo sincero, en lo que no tiene cera, basura o rebaba. “Yo no lo conocí en Uruapan, sino que lo reconocí en medio de muchos autores, y junto con Juan Villoro y Elsa Cross coincidimos en que uno de sus poemarios, Cofre de pájaro muerto, merecía el premio”.

Destacó que el autor, además, ha estado en la brecha, dando clases, conociendo a alumnos y maestros y, por lo tanto, sabe de qué va esto de la transmisión del conocimiento literario y poético.

“Eso es un valor que le da a su libro Tierras altas de Mato Grosso un aura particular, porque quiere decir que todo lo que escribe y platica no lo leyó en bibliotecas, sino que lo ha aprendido en las entrañas del propio México. Eso es algo que hay que agradecer en el proyecto poético de Salgado y yo aquí lo abrazo y le digo gracias a Armando Salgado por lo que hace y escribe”.