Imprimir

 

“Aparece la luna como un gran ojo que se abre en el cielo. Su luz fantasmal cae con el aplomo de una mirada acusadora, y yo escondo la culpa que nace en mí mientras enterramos a Ausencio, mi padre”. Así comienza la novela Ausencio, de Antonio Vázquez, relato sobre la ausencia del padre en la vida de Arturo, pero con el constante peso de su fantasma.

 

Esta obra, ganadora del Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2017, será presentada el jueves 8 de noviembre a las 19:00 en el restaurante Las Tlayudas, ubicado en Insurgentes sur 560, en la colonia Del Valle. Participarán Nora Coss, Adán Ramírez Serret, Jorge Comensal y el autor.

 

Sobre qué lo motivó para tratar la ausencia del padre en este libro, Antonio Vázquez señaló que entró a un taller de novela con la idea de terminar un relato que había concebido con la imagen del encuentro de un hijo con su padre, idea que tuvo tres años antes en el desierto de Wirikuta. En ese proceso le enseñaron a “dejar fluir el inconsciente, que la voz del narrador construyera la historia, en este caso la voz de Arturo, y no yo, el escritor”. Así surgió el tema del padre ausente, “el cual es una figura arquetípica de nuestro inconsciente colectivo”, indicó.

 

Un elemento que atraviesa todo el relato es la dualidad. “En la novela no solo hay una división entre el centro y la provincia, sino que también hay una fuerte división entre los masculino y lo femenino, entre lo racional y lo irracional, entre la luz y las sombras, la realidad y los sueños, entre los vivos y los muertos”, puntualizó. En el caso de "los lugares, tienen diferencias drásticas porque son escenarios completamente distintos que van reflejando el estado de ánimo del protagonista”.

 

Después de la muerte de su padre, a Arturo lo rodean las mujeres más importantes de su vida. “Arturo queda traumatizado por el mundo del macho mexicano, por eso se siente más cobijado por las mujeres; las busca desesperadamente, y fracasa. Porque, como bien sabían los mesoamericanos, también el mundo femenino tiene su sombra: el eterno femenino es solo una cara de la moneda. La capacidad de Arturo de expresarse emocionalmente está marcada por su relación con la madre, que es fría y poco reconfortante”.

 

En cuanto a las lecturas que a Antonio Vázquez le ayudaron a construir esta novela, mencionó que tuvo presentes las imágenes y el tono de Bajo el volcán de Malcolm Lowry, entre otras. “Pedro Páramo fue una de las lecturas a las que recurrí constantemente, por su lenguaje, el ritmo y la manera en que Rulfo logra retratar el Mictlán”. Otras lecturas que incluyó fueron obras que atraviesan el abismo y están narradas por una conciencia alterada por alguna sustancia o trastorno mental, además de cuentos en donde la realidad se fragmenta a causa de una crisis entre una pareja para narrar los ambientes y los lugares. “Todos estos escritores con los que dialogué tienen una cosa en común: sus obras son el reflejo de un mundo interior propio”, concluyó.