• Alberto Ruy Sánchez y Eduardo Ramos Izquierdo participaron en un diálogo en el que destacaron diferentes aspectos de la vida y obra del jalisciense
  • Fue un gran difusor de la literatura mexicana y un escritor sui géneris que marcó un camino de posibilidad para muchos, coincidieron los participantes

En la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París, Francia, se llevó a cabo un homenaje al escritor mexicano Juan José Arreola, con motivo del centenario de su nacimiento (21 de septiembre de 1918 - 3 de diciembre de 2001).

 

En dicho homenaje, realizado en la Sala Círculo de Delegados, participaron los escritores Alberto Ruy Sánchez, Premio Nacional de Artes 2017, y el profesor de Literatura de la Universidad de la Sorbona, Eduardo Ramos Izquierdo, quienes en un diálogo abordaron diferentes aspectos de la vida y obra del escritor jalisciense, desde su tarea como encuadernador o editor hasta su labor como actor de teatro y generador de nuevos libros y autores.

Previo a dicho homenaje, ambos escritores fueron entrevistados por el periodista Jordi Batallé para Radio Francia Internacional, donde abordaron los mismos temas. Ahí, Alberto Ruy Sánchez aseguró que Juan José Arreola fue un gran escritor mexicano a quien hasta la fecha “seguimos admirando mucho y sentimos muy cerca”.

Recordó que fue el cuarto de 14 hermanos y en su trayectoria fue contemporáneo de Juan Rulfo y de Antonio Alatorre, dos personalidades fundamentales para la literatura mexicana.

En sus inicios dijo fue encuadernador, por el amor que tenía a los libros, no tanto por ayudar a su familia en lo económico, y porque “tenía una tendencia manual grande, pues hay que recordar que tenía un taller de madera donde se ponía a trabajar”.

Además, aseveró, fue un gran editor y muchos de los escritores siguientes comenzaron a publicar gracias a una colección que él fundó y dirigió, Los Presentes, sintiendo que hacía falta un medio para dar voz a la generación de Carlos Fuentes y posteriores, como Juan García Ponce y Salvador Elizondo, “hermanos mayores nuestros que debieron su primera presencia literaria a Arreola”.

Agregó que creó esa revista junto con Rulfo y Alatorre, quienes escribieron poco, pero grandes obras. Arreola, el más prolífico de los tres, también creía que había dejado de escribir pronto para convertirse en un gran actor.

“Muchos consideran que dejó de escribir pronto para convertirse en su propio personaje que fascinó a muchos en televisión, pero fue, sin duda, un gran difusor de la literatura mexicana y un escritor sui géneris que marcó un camino de posibilidad para muchos”.

Destacó que Varia invención fue su primer libro de cuentos y “sienta el territorio en el que se va a mover; en sus cuentos hay un universo muy parecido al de Rulfo (campesinos, la muerte, etc.), todo eso que después va a aparecer en Hasta no verte Jesús mío, de Poniatowska, y cuentos fantásticos de un costumbrismo a una invención libre, y después pequeñas cápsulas”.

Su segundo libro, Bestiario, sigue siendo fabuloso, consideró Ruy Sánchez, y destacó en especial La feria, una novela “cortazariana”. Al respecto, destacó que es importante recordar la huella que dejó en el propio Julio Cortázar, de quien su texto Autopista tiene la huella de Arreola”.

Por su parte, el escritor, profesor y alumno de Arreola, Eduardo Ramos Izquierdo, coincidió con Ruy Sánchez en el sentido de que el jalisciense tenía amor a lo literario en muchos sentidos. “Le atraía el teatro y eso le motivó a ir a París, donde conoció al actor Louis Jouvet, quien lo ayudó en su estancia. Ciertamente, Arreola era un hombre muy manual y a la vez muy intelectual, que ejerció una multitud de oficios que le permitió un mayor contacto con distintas capaz de la sociedad.

Ramos Izquierdo consideró que, dentro de los escritores mexicanos y latinoamericanos, de nuestros clásicos del siglo XX, “Arreola era uno de los mejores: era hombre de teatro que tenía una dicción perfecta, y era un lector magnífico que tenía una visión para detectar un texto. Sin duda, un gran escritor y un gran maestro de muchas generaciones”.

Destacó que Arreola era un francófilo, conocía bien el francés, que aprendió de manera autodidacta viendo cine. Llegó aquí a París, a pesar de que muchos le decían que no viniera, y con el tiempo se vio que llevaba en sí mismo el gusto por lo francés. Él contaba anécdotas maravillosas de su paso por París conociendo museos y personajes.

Entre otras anécdotas, quien fuera su alumno, contó que Arreola desarrolló varias patologías: “era al mismo tiempo claustrofóbico y agorafóbico, es decir, extremadamente sensible y necesitaba siempre estar acompañado por alguien, muchas veces ese acompañante era su hija Claudia, una mujer adorable”.

Expresó que quizá el secreto del éxito literario de Arreola fue la combinación de tradición y modernidad, pero también lo local-regional con aquello que es cosmopolita. “El se movía en esos temas, y destacó su libro Confabulario como caso esencial, y el Confabulario después que reúne todos sus textos”.

Cuando Jorge Luis Borges estuvo en México, se reunieron ciertos escritores alrededor de él, pero Arreola “es quien estaba más cercano. Borges admiraba a dos escritores mexicanos y esos son Arreola y Rulfo, porque entre los tres había muchos temas comunes”, recordó Ramos.

En su opinión, la gran herencia del jalisciense radica en tres cosas: fue un escritor impecable, en el sentido de que es muy preciso y que tiene esa densidad literaria que es magistral; segundo, una gran tradición de talleres literarios de los que muchos escritores actuales fueron miembros y fueron publicados por él, como el gran editor que fue, entre ellos, Carlos Fuentes, Poniatowska, José Agustín, Elsa Cross y José Emilio Pacheco.

Y, algo que necesitamos mucho en América Latina, subrayó, ese cuidado formal en la escritura, pero también esa capacidad de humor e ironía y simpatía. Creo que esa es la gran herencia de Arreola.

Finalmente, Alberto Ruy Sánchez dijo: “Arreola fue un gran escritor que, como todos los grandes escritores, su presencia se extiende mucho más allá de los libros”.