• Las especialistas Fabienne Bradu y Guillermina Fuentes charlarán del espacio que llevó al arte más allá de una expresión
  • Jueves 27 de septiembre a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia

La apertura del Teatro de Ulises significó un auténtico hito en el teatro mexicano al contraponerse a una tradición teatral ajena a las profundas transformaciones que este arte experimentaba desde los albores del siglo XX. Respecto al sitio que llevó al arte más allá de una expresión: el arte como protesta, reconstrucción e innovación, la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes organiza en el marco del programa El legado de Contemporáneos a 90 años una mesa en la que se rastreará la huella de esta aventura encabezada por algunos miembros de Los Contemporáneos.

 

En la charla El Teatro de Ulises y la dramaturgia moderna, que se realizará el jueves 27 de septiembre a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, la doctora Fabienne Bradu y la maestra Guillermina Fuentes Ibarra abordarán aquellas expresiones artísticas que trascendieron para volverse impresiones y consignas a través del espacio que les dio cobijo a todas ellas (y a sus creadores): el Teatro de Ulises.

 

Fundado en 1926 por Antonieta Rivas Mercado, artista y mecenas del grupo de Los Contemporáneos, el Teatro de Ulises permitió la representación y difusión de obras (tanto nacionales como internacionales) que difícilmente encontraban un lugar en la escena teatral nacionalista y conservadora de los años veinte, convirtiéndose así en “la simiente de lo que en las siguientes décadas los cronistas y críticos van a llamar teatro experimental. Para Salvador Novo, que es quien lo declara, no había teatro digno de ver y por ello decidieron hacer el teatro que él, ellos querían ver. Por supuesto dentro de la querella por la cultura revolucionaria, como la ha denominado el estudioso Víctor Díaz Arciniega, esta es una expresión de los ‘cosmopolitas’ vs los nacionalistas”, dice Fuentes Ibarra.

 

Esta controversia persigue hasta hoy el legado del grupo de artistas: el de ser antinacionalistas y extranjerizantes. Críticas basadas en la apertura de la representación más allá de la producción propia o nacional, acusándolos de querer “imitar” lo europeo y lo norteamericano, sin tener en cuenta el estado del arte y la cultura en un México violentado y en reconstrucción, como fue aquel México posrevolucionario.

 

Era necesario, entonces, abrirse a otras culturas, influencias, ideas, para lograr sacar al país del bache en que se hallaba atorado. Así, el teatro de Los Contemporáneos se llenó de expresiones diversas con tintes de protesta ante las condiciones que afrontaban, mismas que se extendieron más allá de su cierre definitivo en 1929, debido a que su influencia persistió en el Teatro Orientación, fundado en 1932 por miembros del grupo, y, hasta nuestros días, en la línea y obras presentadas por la Compañía Nacional de Teatro, fundada en 1977.

 

Al respecto, afirma la especialista: “Los jóvenes directores de ahora buscan por caminos muy diversos que nada tienen que ver con hace un siglo. Hoy sus búsquedas están relacionadas con el teatro expandido y ciudadano, con un teatro más cercano al performance o que toma elementos de este”.

 

De tal modo, la influencia del Teatro de Ulises, pasada de largo en su momento y rescatada para la posteridad años después, se nos presenta en forma de eco en la manera de hacer teatro en la actualidad, en las temáticas, en las formas. De acuerdo con la maestra Fuentes Ibarra, “con una dramaturgia que dé cuenta de los problemas que acosan al país”, en esa constante reinvención del arte como protesta.