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Casi tres décadas han transcurrido desde que Manelick de la Parra le dio a Isabel Allende una copia de Los vuelos del deseo, una novela que, a modo de ver de la escritora chilena, atenúa la violencia y la maldad de la condición humana con un soplo de aire poético que expone las grandes pasiones. En la presentación de la quinta edición de este volumen, Claudia Guillén, Leonardo Kourchenko, Óscar Mata, Gerardo Estrada y Víctor Navarro, como moderador, acompañarán a De la Parra el jueves 19 de mayo a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Casi tres décadas han transcurrido desde que Manelick de la Parra le dio a Isabel Allende una copia de Los vuelos del deseo, una novela que, a modo de ver de la escritora chilena, atenúa la violencia y la maldad de la condición humana con un soplo de aire poético que expone las grandes pasiones. En la presentación de la quinta edición de este volumen, Claudia Guillén, Leonardo Kourchenko, Óscar Mata, Gerardo Estrada y Víctor Navarro, como moderador, acompañarán a De la Parra el jueves 19 de mayo a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

 

“Los vuelos del deseo sucede en alguna parte de México no específica, en algún pueblo de la Huasteca, posiblemente en la época revolucionaria o posrevolucionaria. Este pueblo, cuyo nombre no se menciona, está habitado por personajes muy particulares. Lo más interesante de esta novela es que los personajes centrales son mujeres. Ellas llevan la batuta de los deseos, desde el carnal, el sensual y el ideológico, hasta el del poder. ¿Y quiénes son sus víctimas? Los hombres”, compartió Manelick de la Parra en entrevista.

Para el editor y narrador, son los personajes los que, desde la imaginación, poseen al escritor, toman el papel y se dan voz para contar su historia. Los vuelos del deseo combina las realidades que giran en torno a dos hermanas que representan la dualidad de una sola mujer: Ana y Alicia. Las acciones de una están ligadas al destino de la otra y así sucesivamente. Sin pensarlo, por medio del juego de las pasiones, el autor expone temas escabrosos como la violación del voto de castidad, la pederastia clerical, el incesto y el abuso sexual. 

 

“Si juntas a Ana y Alicia haces a una mujer. Si las separas haces a una pecadora, por un lado, y por el otro, a una mujer aburrida y racional. Ninguna de las dos separadas valen la pena, pero si las juntas... Las mujeres tienen esa dualidad: la pasión y el deseo de Ana, con la reserva, la lucidez, la intuición y la gran inteligencia de Alicia. Todo lo que anticipa Alicia que le sucederá a Ana, le pasa. Esa premonición femenina está muy clara en Alicia”.

 

De la Para comentó que durante muchos años estudió en escuelas maristas y al notar lo atractivos que les resultaban los seminaristas a su hermana y a su prima, se dedicó a convencerlos de salir del celibato. “Mi hermana y mi prima me decían que estaban bien guapos. Ellas iban a dejarme al internado solo para ver a mi maestro. Entonces yo le decía: ‘Don Ramiro, quítese estas cosas y salga usted a la vida’. Logré sacar a varios y afortunadamente ahora están casados, tienen hijos y son felices, en vez de estar encerrados en un convento, y me lo agradecen mucho”.

 

El tema de la violación del voto de castidad por parte de los sacerdotes y la pederastia clerical se ven reflejados en el personaje de Hipólito, el sacerdote del pueblo que es seducido por la belleza y la juventud de Ana. Al respecto, De la Parra niega haber escrito esta novela como una crítica o una denuncia: “La literatura es arte y el arte se comunica. Para quienes intentamos hacerlo, a nuestra manera, lo que más nos gusta es que llegue y conmueva, que mueva y cambie a las personas. Los lectores de mi novela que he tenido el gusto de conocer han encontrado cosas que yo nunca había visto.

“La crítica de muchos elementos sociales, de movimientos culturales, de la dualidad de las nacionalidades, del personaje francés que no es, que sí es, en fin… Todas estas personas me han demostrado que la novela tiene otras lecturas. De hecho, cuando volví a leer Los vuelos del deseo hace poco, me sorprendí; seguía leyendo y me preguntaba en qué momento se me ocurrió todo esto. La volví a leer como lector, no como creador. Es una interpretación diferente y yo no soy el mismo de hace 30 años”.

 

Manelick de la Parra es autor de otras narraciones como Lorenza Torralba, La casona yAdorno y sus dos fantasmas. No obstante, la única obra que ha publicado es Los vuelos del deseo (1987), la cual fue finalista en el Premio Literario Novedades-Diana 1987. Decidió reeditar esta novela con su sello, Grupo Editorial Vid. En esta edición incluyó una carta de Isabel Allende, a modo de prólogo, y un cuadro de Rafael Cauduro en la portada.

 

“Esta novela toca muchas partes de las personas desde su punto de vista moral, sensual, inclusive ideológico, y sobre todo la fundamental, que es el amor a la identidad, al lugar, a esa raíz que no se rompe. Todos son personajes muy extraños, pero todos son de allí, nadie se va.

 

“Por otra parte, Los vuelos del deseo aborda el empoderamiento de la mujer. Hace 30 años no eran tan reconocidas las mujeres. Ahora allí están con su voz, su fuerza, su inteligencia, su intuición, que nos hace tanta falta a los hombres que andamos perdidos por todo el mundo. En ese sentido me encanta que haya sido una novela escrita hace 30 años en donde las mujeres toman el mando”, concluyó.