Alberto Blanco: La escritura incansable

Edgardo Méndez
El origen del poeta.


“Hace muchos años (en 1973) me robaron del coche todo lo que había escrito durante dos años de trabajo en un taller, en casa de Huberto Batis.... Sólo recuerdo que en la desesperación de esa noche me propuse reescribir todo ese trabajo. Para mi fue un descubrimiento ver que sólo podía rescatar fragmentos que había dejado al margen de la narración, y esos fragmentos eran pequeños poemas. A fin de cuentas fue una noche epifánica, se me descorrió el velo: donde creí que estaba mi debilidad, estaba mi fuerza.”

Alberto Blanco es poeta, ensayista, traductor, ilustrador y músico. Nació en la ciudad de México en 1951. Su formación académica inició en la Universidad Iberoamericana, donde se tituló como Químico con mención honorífica con una investigación sobre substancias psicotrópicas. Estudió al mismo tiempo Filosofía en la UNAM y cursó después estudios de maestría en Estudios Orientales en El Colegio de México, en el área de China.

Alberto Blanco, multifacético, siempre ha tenido claro que su trabajo central es la poesía. Para él, el sentido de la poesía tiene que ver “con la capacidad de mantener un estado de observación tan alerta y tan atento que permita captar todas las variaciones de lo que sucede a la velocidad vertiginosa de lo real”.

Su obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán, holandés. sueco, danés, búlgaro, rumano, ruso, italiano, japonés y portugués. Blanco fue el primer poeta mexicano al que la editorial City Lights, del legendario beatnik Lawrence Ferlinguetti, le publicó un libro de poesía: Dawn of the Senses.

Cuando Alberto Blanco estudiaba Química, además de escribir, se dedicaba también a la música. Formó parte, a finales de la década de los 60, de la banda de rock "La Comuna" y posteriormente, a principios de los 80 tocó con "Las plumas atómicas".

En 1977 recibió su primera beca del Centro Mexicano de Escritores. Su primera plaquette fue Pequeñas historias de misterio ilustradas, con dibujos de Felipe Dávalos. Y su primer libro se publicó en 1979, cuando el poeta ingresó a la Colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica con Giros de faros, que comienza con una reflexión sobre la luz que también puede leerse como una reflexión sobre el inicio de su carrera literaria:

EMBLEMA

La luz no viene de fuera

Un cerillo necesita cabeza

Si se quiere llegar a prender.

Con la cabeza encendida, el poeta comenzó poco a poco a darse a conocer dentro del mundo literario. En 1980 publicó El largo camino hacia Ti: "Con la luna entre las cejas, con su paciencia, con las ágatas que guiñan y lo saben: una vez más, río de peces, árbol de cielo, son hojas que nunca volverán..." Este libro, sería retomado por el autor más de una década después, en el inicio de un largo poema en prosa publicado en 1992 bajo el título de Cuenta de los guías, publicado por la editorial ERA.

Con Antes De Nacer, publicado en 1983, Alberto Blanco volvió a erigir su voz de poeta con una versificación bastante diferente de la utilizada en sus obras anteriores, pero donde seguía prevaleciendo la sinceridad, el humanismo y la originalidad patente en todos sus escritos:

antes de nacer reconocemos verdaderamente nuestra vida
de nuevo Adan como ese niño del aire que sólo vino a dar
nombres de luz al claro mundo de la segunda concepción..

Tiempo antes de que Alberto tuviera su primera hija con su esposa Patricia Revah, realizó junto con ella el libro infantil Un sueño de Navidad; una combinación de textos breves de Alberto y textiles de Patricia. En 1985, y luego del nacimiento de su hija Dana, el poeta volvió a irrumpir con una inconmensurable fuerza con su libro Tras el rayo:

LAS JAULAS DE LA CREACIÓN

Un inmenso cuervo de tinta se desplaza
por la pantalla plateada de la mente:
la estrella que resplandece sobre el mar
levanta con las manos el techo de nubes.

Un gato se acurruca en el reflejo
erizando los brazos de los espectadores.

Un cuchillo corta la luna a la mitad:
Una se puede ver y la otra no: el hombre
parece concentrarse en este animal imaginario.

Durante 1987 publicó Un año de bondad; una compilación de 52 collages creados por Alberto Blanco como homenaje a Max Ernst. Alberto en una entrevista define esta técnica de la siguiente manera: "Si las imágenes visuales se combinan con creatividad, es posible que su impacto se amplifique notablemente. Es de este juego que se establece entre los contenidos simbólicos que emerge una nueva propuesta, una reflexión, un reflejo de la propia psique".

El libro incluye un prefacio en el que el autor comparte con el lector sus estudios sobre el arte del collage. Alberto ha ilustrado con su trabajo de collage las portadas de más de 60 libros de la colección de Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica.

En 1988, recibió el Premio de Poesía Carlos Pellicer por su libro Cromos. El jurado calificó este libro como "una obra rigurosa y al mismo tiempo fresca y propositiva”. En este libro intensamente visual podemos encontrar desde versificaciones tradicionales hasta versos libres y formas nuevas:

MADRIGAL DE LA LUNA LIQUIDA

Un alcatraz de humo
envuelve la caricia del incienso.

Así como se esparce
el aroma del sándalo y la luz
del clavel y la perla transparente
para ocultar el humo de los días...

Así como se eleva la paloma
sobre la tierra gris...

Asi nuestro silencio
se extiende lentamente
como una suave red
sobre las pálidas conversaciones
de los demás.

A este reconocimiento le siguió en 1989 el Premio Nacional de Literatura Jose Fuentes Mares por Canto a la sombra de los animales, libro ilustrado por el pintor y dibujante oaxaqueño Francisco Toledo. En Canto a la sombra… las imágenes sirven de descanso al poema y de esta conjunción nace un nuevo significado, una explicación que tal vez pueda encontrarse en los siguientes fragmentos:

Sombras y luces son
extremos del paisaje
la voz en la creación
y el ruido en el lenguaje.

Como el gusano
que en busca de alimento
desde la pulpa misma del fruto
cava el paisaje deleitoso de su liberación.

Alberto Blanco escribió después otro libro infantil, Pájaros, pájaros, otra vez en colaboración con su esposa Patricia Revah quien ilustró con sus textiles los cuentos. El libro surgió en 1990, un año después del nacimiento de su segundo hijo, Andrés. Ese mismo año, publicó el libro de poemas El libro de los pájaros.

LA GOLONDRINA

El enorme alivio que sentimos
al contemplar los montes a lo lejos,
al ver el vuelo de una golondrina
o al escuchar la conversación
del viento con los fresnos,
es el de estar –por un instante-
en contacto real, hermanados
con una infinidad de seres
que no son otra cosa que lo que son
y que no desean –en lo absoluto-
ser de ninguna otra manera.

Aunque el amor esta implícito en todos sus poemas, en 1992 Alberto Blanco dedicó un libro al tema llamado Triángulo amoroso, dividido en tres secciones: “Corriente directa”, “Flor izquierda” y “El fiel de la balanza”. Este libro reúne el registro de la experiencia amorosa del autor: placer, dolor, júbilo y oscuridad. La diversidad de estilos y tratamiento del tema se empiezan a convertir en constantes dentro de la obra de Blanco:

Una mujer desnuda se encendía
reclinada en un diván más rojo
que la primera aurora del mundo

Agua del Sexo
Santifícame

Agua de los nenúfares
Embriágame

Agua de las consolaciones
atiéndeme

En ese mismo año, el autor publicó Materia prima, un libro dedicado a una serie de pintores mexicanos contemporáneos y sus obras.

Un poeta desértico

Alberto pasó mucho tiempo en Tijuana y vivió una larga temporada (tres años) en la frontera entre Texas y Nuevo México: “desde la ventana de mi cuarto veo montañas que están en Texas, montañas que están en Nuevo México y montañas que están en México”.

Ahí, el poeta “sentía ganas de empatar un desierto interior con uno exterior. Me considero un escritor paciente, voy dejando que cada uno de los proyectos –que trabajo a la manera de los pintores: por series distintas- que cada una de las líneas, que cada uno de esos sentidos, vaya hasta donde quiera ir. Lo que importa es lo que el lenguaje quiere decir a través de mí, ver hacia dónde quieren ir las palabras… todo se vuelve entonces un ejercicio de atención”.

Prueba de esta paciencia, esta contemplación y el doble significado que adquirió para él la frontera está en el final de Cuenta de los guías, publicado a finales del 92:

Sentí dos destinos: Sentidos distintos.
Uno que va mas allá del patrimonio y el matrimonio de le los opuestos;
uno que va del sueño al cuerpo, de la revelación a la revolución;
uno que se puede cifrar y transmitir, medir y descifrar;
uno que va de la pura diversión a la convergencia:
uno que cuenta y uno que canta.

Esta obra está compuesta por 5 libros de 52 textos, lo cual en conjunto hace referencia al calendario ritual mesoamericano de 260 días, el Tzolkin entre los mayas y el Tonalpohualli entre los aztecas. En este libro el autor recoge diferentes apreciaciones de los guías, las tradiciones, las fronteras, los viajes y las divinidades. En sus propias palabras:

En el primer cuaderno ( El largo camino hacia Ti ) “priva la imagen de la Divinidad como un Padre”. En el segundo ( La constelación de la rosa ) “la aproximación es la complementaria: a través de una imagen femenina de la Divinidad”. El tercero ( El taladro de fuego ) “es como una síntesis de los dos anteriores: ya no aparece ni una imagen masculina ni una imagen femenina, porque ya no aparece la Divinidad como una imagen personificada...”

El cuarto cuaderno ( La nueva centinela ) “constituye una nueva aproximación, una nueva manera de vigilar, de estar atento. En realidad en lo que se insiste es en que todas esas imágenes de una experiencia trascendente no son más que eso: imágenes; que en realidad de eso no podemos hablar, porque está más allá del nombre y de la forma. Y la forma sólo es el medio; el fin es trascender la forma”.

Y por ultimo, el quinto cuaderno ( Quinto viento ) “es como el centro de todo el trabajo. No se habla de experiencia trascendente ni de búsqueda o de guías. Es un poco poner en la práctica lo que se había venido preparando en los cuadernos anteriores. Una de las maneras concretas en que esto sucede es que incluso desaparece la palabra yo en el relato. Y una de las maneras de leer este libro es ir mirando como se va diluyendo ese yo a lo largo de todo el escrito”

En 1993 publicó Amanecer de los sentidos. Antología personal . Alvaro Mutis, quien prologa esta antología lo describe así:

“El minucioso y amoroso catálogo de instantes, animales, plantas, seres soles y nocturnas revelaciones que nos presenta esta poesía constituye, a mi modo de sentir, un oráculo terrible y un último grito de esperanza. Para decirlo de manera más simple y directa, una oración”.

Como hemos visto, muchos de sus libros son temáticos; y luego de cantar a los guías, el autor celebra a los insectos en su libro También los insectos son perfectos, ilustrado por Diana Radaviciute quien arma a partir de sus dibujos una pequeña historia:

EL GRILLO

La noche tiene su brillo,
su música y su silencio…
pues cada estrella es un grillo
entre la hierba del cielo.

Como amante de la poesía y traductor, Alberto Blanco se hizo cargo del segundo volumen de la antología Más de dos siglos de poesía norteamericana, traduciendo un gran número de poemas escritos por poetas norteamericanos desde la Segunda Guerra Mundial hasta finales del siglo XX, y reuniendo también traducciones hechas por distintos y distinguidos poetas de la lengua española.

Además, Blanco ha traducido El Dhammapada, el camino de la verdad; y cuatro antologías: una del célebre poeta Allen Ginsberg, otra del poeta y pintor Kenneth Patchen, una más de la no menos célebre Emily Dickinson, y, junto con Pura López Colomé, una antología de los poemas de W. S. Merwin.

En el año de 1995 Alberto se convirtió en el primer mexicano antologado por City Lights Books, la legendaria editorial del poeta Lawrence Ferlinghetti: “Para mí esto es como un sueño: ver que aparece un libro mío en esta editorial que tiene tanta tradición en la poesía de lengua inglesa en nuestro siglo”, decía Alberto Blanco a la prensa nacional en aquel entonces.

La antología publicada en edición bilingüe se titula Dawn of the Senses, y aunque comparte el título de la antología mexicana, Amanecer de los sentidos, no es idéntica a ésta. En una entrevista publicada en La Jornada en 1995 el poeta nos habla del titulo y del sentido de su poesía:

“Me atrae mucho el doble sentido de la palabra sentido. Un amanecer de los sentidos se puede leer de varias maneras. Sí, el despertar de la vista y del oído principalmente, que creo que son los dos grandes sentidos, o los que más trabajan en la poesía… pero, por otro lado, está el despertar de las direcciones, de los puntos cardinales. Y el despertar de una intención, de un anhelo”.

En 1997, con su libro Las voces del ver, que reúne 42 ensayos, Alberto Blanco habló sobre la pintura, no como un crítico de arte, sino como un admirador apasionado e incondicional de la pintura: “Tal vez al final del camino sólo importe el esplendor que brota de un trabajo completo. La cantidad de energía que se junta en cada obra”.

Después de estas etapas de éxito editorial, el autor pareció quedar redimido ante su trabajo y fue cuando se decidió a tomar una senda mucho más breve, honda y sintética, en contrapunto con la primera reunión de doce libros de poesía, El corazón del instante, publicada por el Fondo de Cultura Económica en su serie mayor de Letras Mexicanas. Su siguiente libro fue, pues, Este silencio, una colección de haikus y tankas en una edición diminuta (9.9 x 6.7 cm):

Tarde lluviosa

los árboles me sueñan
tras la ventana.

Luz en el humo
deja pasar las formas
¡danza perfecta!

Y el reloj de las olas
se recuesta a soñar.

En el 2002 Alberto Blanco participó en el Festival de Poesía de Amberes, en Bélgica, donde se publicó una antología bilingüe de su poesía traducida al holandés.

“El ser humano es el único animal que busca su definición” escribe Alberto Blanco en el prologo de El hombre: Imagen y semejanza, uno de sus libros más recientes, y que reúne las definiciones del ser humano que Alberto ha encontrado y reunido durante 30 años de lectura de poesía.

En el 2005, el Fondo de Cultura Económica publica su segundo ciclo de doce libros de poesía, La hora y la neblina, en la colección de Letras Mexicanas.