Eduardo Galeano

La boca dispara la belleza incesante. El poeta nos ofrece su comarca y su gente. El es para mi gusto y el de muchos, uno de los mejores poetas actuales de la lengua castellana. Pero se ha difundido en España, porque en el boom no están todos los que eran ni eran todos los que estaban, porque la poesía es un género maldito y porque no conozco a nadie tan ajeno a la auto-propaganda y al afán de prestigio. En la Argentina, su país, está prohibido. Los oprimidos suelen equivocarse de enemigo; los opresores no. El poeta no vive de espaldas. Dice palabras puras, pero no inocentes.

 

Julio Cortázar

Hombre al que le han segado la familia, que ha visto morir o desaparecer los amigos más queridos, nadie ha podido matar en él la voluntad de subtender esa suma de horror como un contragolpe afirmativo, creador de nueva vida. Acaso lo más admirable en su poesía es su casi pensable ternura allí donde más se justificaría el paroxismo del rechazo y la denuncia, su invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas. Cada diminutivo, cada nombre dicho como quien acuña o tranquiliza, hinca todavía más hondo la irrestañable denuncia de esas innúmeras muertes que tantos de nosotros llevamos como el albatros a todo cuello y sin saber volverlas del lado de la luz. También yo quise a Paco (Urondo), a Rodolfo (Walsh), a Haroldo (Conti), a tantos más, y supe llorarlos; con Juan, por Juan, me acerco ahora a ellos de otro modo, el que ellos hubieran preferido.

 

Ángel Rama

La proposición poética de Gelman ha sido clara y ha venido ajustándose respondiendo a una necesidad interior. Surgiendo cuando declinaban los ecos del vanguardismo surrealista, su obra se edifica fuera de su influencia, recogiendo astillas del populismo de los veinte y el rigor realista y alucinado de la escuela norteamericana. Su precisión, su sequedad y laconismo, su medio tono, su emoción bajo cenizas, su exacta relojería, dan la medida de su madurez. Sobre todo testimonia uno de los más raudos y riesgosos vuelos del ave poética, pues la reencontramos mientras atraviesa el fuego y la carnicería y nos habla desde las llamas y nos dice cómo se sale de las llamas.

 

Carlos Monsiváis

Gelman es un indagador metafísico, un evocador de vidas como epitafios, un poeta político, un poeta amoroso, un enamorado de la metamorfosis de la tradición, un dilapidador de Dios…requiere de lectores con experiencia poética, de seguimiento de su complejidad, del lector que sepa complementar lo que Gelman deja ahí como claves, señas, puestas, silencia incluso. Gelman cree que cada poema demanda del lector una respiración específica, que el poema es un entramado orgánico de versos en donde el último ilumina al primero y así sucesivamente en la cadena interminable.