• El martes 23 de mayo a las 11:00 
  • La literatura es algo maravilloso porque es el mejor amigo: Guadalupe Almaraz, abuela cuentacuentos

Durante los tres años recientes, Guadalupe Almaraz Minor ha participado como narradora oral en el cicloTemprano cuentan los abuelos que organiza la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes en colaboración con el Foro Internacional de Narración Oral. Junto con otros narradores de la tercera edad participará en la sesión Palabras que van de viaje el martes 23 de mayo a las 11:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia. 

“Estudié para contadora privada, pera nunca me imaginé que sería contadora pública”, comentó en entrevista Guadalupe Almaraz, de 73 años de edad, cuentacuentos profesional desde hace cinco años. Se inició en el programa Abuelos lectores y cuentacuentos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Esto de la narración oral me ha abierto a una vida diferente. Tengo un proyecto que coordino, que yo formé. Se llama Cocinadores de cuentos. Hemos estado en lugares que jamás me imaginé, como el Palacio de Minería, la Feria Internacional del Libro Zócalo o la Casa del Lago. Empezamos personas de la tercera edad, pero se ha desarrollado muy bonito porque después fueron los abuelos con sus nietos, y después madres con sus hijos. Ahora tengo narrando con nosotros a una niña de 12 años y a otra de diez. Voy a cumplir cinco años en el Parque de la China, en la colonia Clavería de la delegación Azcapotzalco”, dijo orgullosa y sonriente.

Guadalupe Almaraz nació en el estado de Tlaxcala, pero creció en la Ciudad de México. Estudió la carrera técnica de contaduría en un colegio religioso, pero cuando se casó, su esposo nunca quiso que ella trabajara. Es madre de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos: “Soy una abuela narradora. Al más chiquito, que tiene ocho años, le gustaba que le contara cuentos sobre lobos de la escritora japonesa Keiko Kasza”.

Cuando Guadalupe quedó viuda, para no sentirse sola comenzó a pintar. Su trabajo ha formado parte de exposiciones colectivas. También ha tallado madera y trabajado la cerámica, pero nada la cautivó como la narración oral. Recordó que siempre le había gustado contarles cuentos a los niños, y cuando llegó al programa de la UNAM quedó maravillada con la literatura infantil. Con su grupo de narradores Cocinadores de cuentos ha enfocado sus presentaciones a los pequeños, a quienes los invita a leer al obsequiarles libros de cuentos.

“Ha sido una gran experiencia que a los niños los podamos atrapar con las historias y que las familias se integren a escucharnos. Es muy bonito ver que la gente se interesa por la literatura y que al final de la narración el público pide otro cuento. La literatura es algo maravilloso porque es el mejor amigo. Un libro te lleva a viajar, a imaginarte, a crear. A mí no me importa que los pequeños vayan o no a ser narradores. No me interesa eso, sino que busquen sus propias historias.

“Me gusta mucho compartir lo que hago con las personas interesadas en la narración oral. Les digo que se acerquen a narrar, que vayan a una clase. Trato de darles información. En el parque o en las ferias luego se acercan y me preguntan cómo pueden narrar. Para venir a Temprano cuentan los abuelos únicamente se necesitan las ganas, ser constantes y cumplidos. Es una profesión y un trabajo verdadero, porque hay que comprar libros, adaptarlos y ensayarlos; hablar correctamente el español. Es en verdad una gran labor”, concluyó.